Efemérides

“Tito” por siempre: emblema de una época dorada del TC

“Tito” Urretavizcaya dejó este mundo hace dos años, pero dejó su marca de tipo gentil, lleno de amigos. Fue el campeón sin corona.

El Turismo Carretera ha entregado verdaderos emblemas a lo largo de su rico recorrido. Muchos se han mudado a alguna estrella, otros siguen cercanos a la pasión fierrera pero desde otro lugar, lejos del volante y el acelerador. Alguna revista o diario con el papel amarillento, o un video de VHS recuperado nos llevan a años de oro en  los que asomaron enormes figuras. Nombres, sobran, pero elegimos a Roberto Urretavizacaya.

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Tito, Urreta, el Vasco de Chacabuco. Han transcurrido dos años de su partida a los 65 años, luego de batallar con las heridas que le habían quedado del accidente que protagonizara el 15 de marzo de 2023 en un camino zonal entre Chacabuco y Bragado.

Definición sin casco. Un tipo simple, gentil que tenía un arma letal: la sonrisa. La compartía desde su grandeza muy a pesar de no haber sido una estrella, un top. Más allá de la marca de turno, Urreta siempre fue cobijado por el hincha del automovilismo, porque no supo qué significaba cosechar enemigos.

Definición con casco. Un campeón con todas letras sin corona. No alcanzó a ganar un titulo en el TC (sólo en la Fórmula Renault), porque en realidad ese objetivo no cotizaba en su bolsa de valores. El propio Tito Urretavizcaya se encargaba de acentuarlo en la realidad. Es que a quien quisiera escucharlo le marcaba que no se fijaba en las estadísticas, que no le preocupaba pelear por un campeonato.

Tito 2

En realidad, lo suyo iba por otra recta. Es que siempre valoró -y vivió para eso- haber encontrado amigos, que en definitiva es lo que marcó su paso por el automovilismo.

Sin embargo, la pasión por acelerar se sostuvo en toda su carrera. De hecho, en los 25 años de campaña en el TC, Urreta clavó 352 presencias (fue récord hasta 2017, cuando el Gurí Martínez quebró esa marca); fueron 10 victorias: 6 con Ford y 4 con Chevrolet.

Además de haber corrido con Dodge, tuvo el honor de haber sidso partícipe necesario de un hecho histórico: aceleró un Torino que la ACTC llevó en 2011 a la Antártida, en el marco de los festejos del 75° aniversario de la categoría. Se dio en la pista de aterrizaje de la Base Marambio, el espacio elegido para que Tito ensayara las tiradas sobre el hielo, bajo unos 20 grados bajo cero.

Del tractor al karting

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Cuando todavía no había salido de la primaria, ya se amigaba con el volante del tractor en el campo de Chacabuco. Después apareció el karting, las motos para luego mandarse al TN con un Fiat Iava en 1978.

El año  1981 lo vio llegar a la Fórmula Renault Argentina, de la mano del equipo del escribano de Lincoln, Hugo Cuervo y en 1982, Tito logró su único título.

La ilusión era el Turismo Carretera, pero antes hubo pasos por el Club Argentino de Pilotos (CAP), TC 2000, Top Race y, posterior al TC, el Turismo 4000 Argentino hasta el retiro que se instaló en 2011.

Aquella ilusión teceista se dio en la realidad en 1986. Un llamado de Julio Nicieza, dueño del recordado equipo Supertap, puso a Tito al volante de una Chevy de TC.

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El Panorámico, de Junín, el 7 de septiembre de 1986, marcó el inicio de su campaña en la especialidad. Esa ciudad también fue la elegida para el retiro: el 7 de agosto de 2011, con un Ford del Savino Sport, en el autódromo Eusebio Marcilla. Y allí mismo se vio, años después, cómo su vida se apagaba. Increíble, pero real.

En Junín debutó, en Junín se retiró, pero en escenarios disímiles. Es que Urretavizcaya supo qué representaba correr en los semipermanentes  y cómo se hacía en los autódromos. Es que fue pasajero de ese viaje que debió emprender la ACTC de la ruta a los circuitos luego de las muertes de Roberto Mouras y Osvaldo Morresi.

No voy en tren…

Roberto Urretavizcaya había cubierto tres años de TC, con mucha batalla, pero el triunfo no llegaba. En definitiva fue toda una novela el camino de Tito al encuentro de la afamada victoria.

Nada fue normal, pero legal al ciento por ciento. Se dio en la Vuelta de San Lorenzo en 1989, pero correspondiente a 1988 y todo gracias a un tren. ¿Cómo? Sí, siga leyendo que es de no creer.

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El país, como lo marcó su historia, era un hervidero pese a la Democracia instalada. Las asonadas carapintadas se habían puesto de moda en 1987 con la irrupción de un tal Aldo Rico. Un año y meses después se repitió el movimiento militar, esta vea liderado por el coronel del ejército Mohamed Alí Seineldín, quien se acantonó en los cuarteles de Villa Martelli, en los primeros días de diciembre. Y esto modificó el calendario, ya que la última fecha del año debió ser postergada y se decidió cumplirla el 8 de enero de 1989. Polémica decisión.

Pincho Castellano era casi el virtual campeón, aunque chances remotas aún vivían en manos de  Oscar Angeletti. La prueba se llevó a cabo bajo el esquema de dos series de cinco vueltas cada una y de dos finales, que se pactaron a 17 vueltas cada una. Así, el ganador saldría de la suma de tiempos de las dos finales.

El de Lobería definió rápidamente el título en la serie. Y sumado a la rigurosidad del verano, hacía que el calor agobiante influyera también en la invasión del público al trazado. Por ello, se demoró la última parte del organigrama.

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Además, el pavimento empezó a mostrar serias grietas, que determinaron, por caso, que el Oscar Castellano decidiera no largar. Ese retraso terminó siendo decisivo para la suerte de la prueba. Es que la traza del semipermanente incluía a un paso a nivel del ferrocarril y se sabía que a determinada hora pasarían dos formaciones (un carguero y otra de pasajeros) con dirección a Rosario.

El desenlace resultó salido de un guion cinematográfico, La carrera debió pararse con 10 de las 17 rondas cumplidas. Integrantes de la organización trataban de parar el tren con señales, pero el tren de pasajeros cruzó la ruta. Algunos ya habían pasado por ese sitio, otros se quedaron varados del lado opuesto y allí irrumpieron las banderas rojas para dar por terminada la Vuelta de San Lorenzo.

Así emergió el primer triunfo del Vasco de Chacabuco en el TC. Es que Urreta, al momento de dar por terminada la competencia, iba primero en los relojes apenas por seis segundos sobre Roberto Mouras.

El campeonato del Pincho Castellano se llevó todos los títulos, pero esa victoria, bajo el calor intenso de enero y que viajó en tren, fue la de un tipo tan audaz como entrañable que ocupa un espacio entre los más grandes del TC. El campeón sin corona.

osvaldo alvarez
Por Osvaldo Álvarez – Periodista especializado y docente universitario
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