Efemérides

Tyrrell P34: la gloria también viaja sobre seis ruedas

El 13 de junio de 1976, el modelo P34 de Tyrrell marcó un hito: en Suecia se convirtió en el único auto de esas características en ganar en la F1.

El avance de la tecnología ha instalado verdaderos milagros si es que lo miramos desde el pasado. Por caso, los teléfonos fijos han quedado en un segundo plano, eclipsados por las prestaciones de los celulares que ya son parte de nuestra anatomía.

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En el automovilismo quién hubiese imaginado en tiempos de Fangio o Froilán que el piloto se comunicaría con su box mientras viaja a 300 kilómetros por hora. Hoy es moneda corriente, pese a que quienes peinamos canas aún recordamos el cartel Jones-Reutemann del año 81, como elemento comunicacional en una carrera.

Sin embargo, en la antigüedad también hubo hitos de emancipación tecnológica. Renault instaló en 1977 el motor con turbo, que apareció en Silverstone, o Colin Chapman que ideó e 1979 el Lotus con las polleritas, que eran parte del efecto suelo, y que entregaba una mayor velocidad de curva. Pero, también,  alguna vez en la Fórmula 1 hubo un auto con seis ruedas. Quizás a quienes no vivieron aquella época les resulte inverosímil semejante idea llevada a la realidad por unos locos lindos que eran parte de la Máxima.

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Esa criatura fue el Tyrrell de seis ruedas, que en medio del escepticismo logró ganar en la F1. De ese episodio icónico en el automovilismo mundial, este viernes, se cumplen 49 años, casi medio siglo. Ese día de gloria para la escudería británica se dio en el Gran Premio de Suecia, en el circuito de Anderstop, un 13 de junio de 1976, en donde el modelo P34/Cosworth de seis ruedas hizo el 1-2 con el sudafricano Jody Scheckter y el francés, Patrick Depailler.

Esa carrera tenía a Mario Andretti, con el Lotus, en la punta, pero el motor dejó de a pie al italo-estadounidense en la 44° vuelta. Las 12 ruedas de los Tyrrell dominaron hasta el final y dejaron atrás a la Ferrari de Niki Lauda,  al francés, Jacques Laffite (Ligier/Matra), James Hunt (McLaren/Coswort) y el suizo, Clay Regazzoni (Ferrari).

Aquella iniciativa del Leñador, Ken Tyrrell sin dudas sorprendió hasta la propia FIA. Es que para comprender hechos del pasado inexorablemente necesitamos contexto. En este caso, el punto es que en los 70 había libertad reglamentaria, con lo cual los genios de la ingeniería sacaban conejos de la galera para revolucionar lo conocido. Y ahí se anota el  Tyrrell P34, que ha sido el único auto de media docena de ruedas que corrió, que ganó en la Máxima en 1976 y que, sobre todo, marcó una era.

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La historia tuvo como raíz en la inquietud de Ken Tyrrell,  un veterano de la Fuerza Aérea del Reino Unido en la Segunda Guerra Mundial , quien era propietario de una maderera, de ahí el apodo de Leñador. Sin embargo, en la F1 se lo conoció cariñosamente como el Tío, a la sazón que de su mano arrancaron figuras de la talla de Jackie Stewart y François Cevert.

Derek Gardner es el otro nombre clave del asunto. Se trataba de un joven jefe de diseño de la escudería. Uno de sus trabajos anteriores se había centrado en modelos de los 30 de Mercedes, Auto Unión y Alfa Romeo, que usaron cuatro ruedas traseras en carreras de montaña. De ahí que tomó la figura de las seis ruedas, pero con la modificación de delanteras por traseras.

En los 70 convenció a Ken Tyrell y de ahí en más siguieron los trabajos sobre tableros de diseño, primero, y en los talleres, para darle forma al Tyrrell Project 34, que en 1975 estuvo en condiciones de girar.

El mundo de la F1 quedó atónito una vez más que el seis ruedas fue presentado en sociedad y el 2 de mayo de 1976 debutó en el Gran Premio de España, pero sólo con un auto que condujo Patrick Depailler, quien abandonó por un toque de carrera.

Enseguida llegó Zolder, en Bélgica, en donde ya apareció Jody Scheckter, quien finalizó cuarto, mientras que las calles del GP de  Mónaco vieron segundo al sudafricano y tercero al francés. Hasta que en la cuarta aparición en pista, el seis ruedas tuvo su día de gloria en Suecia. Todo un impacto para el mundo del automovilismo.

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Tras dos segundos puestos y cinco abandonos, la escudería de Ken Tyrrell cerró esa temporada en el tercer escalón de la Copa de Constructores, detrás de McLaren y Ferrari, que se dieron duro durante todo el campeonato con James Hunt, que se coronó ese año campeón, y Niki Lauda, que volvía del accidente en Nurburgring.

Ya sin Scheckter -sumó puntos en 10 de las 12 carreras con el P34- en el equipo, reemplazado por el sueco Ronnie Peterson, en 1977 cambió el mapa con la segunda versión del P34. El GP de la República Argentina, primera fecha de la temporada, arrancó con una buena sensación con el tercer tiempo de Patrick Depailler en clasificación, pero en definitiva Tyrrell no se llevó nada de Buenos Aires, puesto que el francés abandonó con temperatura en el motor y el sueco se despistó. En realidad se trataba del prólogo de una temporada pobre en resultados para la escudería anglosajona. Era el principio del fin.

Los problemas se multiplicaron con la temperatura de aceite, con  neumáticos delanteros y con los frenos delanteros. Gardner intentó resolver, pero nada funcionó y con toda la desilusión a cuestas, el ingeniero renunció a Tyrrell. Y la historia marca que en 1978 Tyrrell volvió a un auto convencional de cuatro ruedas, el modelo 008.

La cocina

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¿Cómo nació la idea y por lo tanto la criatura? Ken Tyrrell trazó un análisis simple y rectilíneo. Sus autos como el resto utilizaban el motor Cosworth DFV y la misma caja de cambios, la Hewland. Entonces apareció el plan de Derek Gardner para romper esa paridad. Imaginó  utilizar cuatro ruedas más pequeñas en la parte delantera, que irían detrás del alerón delantero, y así podrían reducir la resistencia del aire, con lo cual mejoraría la aerodinamía. Ese conjunto determinaría que el motor no debiera sentir tanta exigencia y con ello mejorar la agilidad del auto.

Las cuatro ruedas delanteras medían 10 pulgadas, contra las 13 de las normales, que permitía en la parte frontal carenar las ruedas, pero, además, podría mejorar el frenado del monoplaza.

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Sin embargo, hubo muchos dolores de cabeza: con el enfriamiento de los frenos; la distancia entre ejes complicaba la puesta a punto, a partir de que las ruedas delanteras eran mucho más pequeñas. Además, la falta de desarrollo de los neumáticos más pequeños por parte de la empresa proveedora de ese momento atentó contra la vida útil del caucho delantero.

De todos modos, el P34 abrió un camino en aquella época, ya que varias escuderías pusieron manos a la obra para intentar algo similar, pero mejorado. Ferrari apuntó a cuatro chicas atrás, dispuestas como las duales de un camión, es decir en un mismo eje. En tanto, Williams y March probaron con dos ejes traseros. Nada de esto vio la luz, quedaron apenas en intentos, pero dejaron estampado que la movida del Leñador y de Derek Gardner tenía mucho de locura, pero con un gran porcentaje de ciencia y cordura.

Después de la temporada 1977 de la F1, el modelo revolucionario del Tío salió de la actividad y, enseguida, la FIA prohibió los monoplazas de seis ruedas. Aunque ya era tarde porque el día de gloria ya lo habían disfrutado en Suecia.

osvaldo alvarez
Por Osvaldo Álvarez – Periodista especializado y docente universitario
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