Para la carrera de Buenos Aires, el próximo 20 de agosto, por la 10ª fecha de la temporada y cierre de la Etapa regular del Turismo Carretera, Diego De Carlo presentará un renovado diseño de su Chevrolet N°115, con franjas a los costados, similares a las que traían las Chevy Serie 2 en su época.
El representante del Moño buscará un buen resultado en el “Gálvez”, en su séptima presentación del año, aunque deberá partir desde la última posición de la serie en la que participe por haber llegado a los tres apercibimientos en la competencia pasada en El Villicum.
Creación del gran Jorge Ferreyra Basso
Las franjas de las Chevy son una “argentineada”. Su creador fue Jorge Ferreyra Basso, jefe de Styling de General Motors Argentina en los 70’ y quien, en Autohistoria, contó cómo surgió la idea de pintarles los distintivos a una de las cupés más lindas del país.
¿Cómo nació la cupé Chevy Serie 2?
La cupé Chevy se había lanzado en Estados Unidos con el nombre Nova SS (Super Sport), en 1968, para remplazar al Chevy II, nuestro Chevrolet 400. La que fabricábamos acá parecía un auto de lujo, venía con techo vinílico, llantas con aros cromados y cubo central. Era muy aburrida, muy americana, pero en Estados Unidos los autos deportivos eran así, hasta el Mustang y el Camaro traían techo vinílico. Teníamos que competir con el Torino que se vendía a lo loco y nosotros cada vez vendíamos menos. En ese momento, el presidente de General Motors Argentina era un norteamericano que hablaba muy bien español (Howard W. Vange); venía de General Motors Interamericana, la rama de la empresa que producía locomotoras, es decir, que de autos no sabía nada, pero sí muchísimo de producción. Un día viene a visitarnos al sector de Ingeniería junto con otros capos de la empresa y después de ver lo que estábamos haciendo, me agarra del hombro y me pregunta “Jorge ¿qué podemos hacer para vender más cupés? Porque estamos en 180 unidades mensuales”. Entonces yo le digo: “mire, es muy sencillo: hay que hacerla más deportiva para que la gente se entusiasme más. Hay que sacarle el techo vinílico, ponerle llantas deportivas, una franja lateral y pintarla con colores llamativos que se vean de lejos”. Mientras tanto, todos los capos de Marketing y Ventas escuchaban sin decir nada, no tenían ni idea de qué hacer. Me preguntó entonces cuanto tardaría en hacer eso y le respondí que apenas me diera un auto de la línea de producción lo hacíamos. Creo que un viernes nos dieron el auto y ahí mismo le arrancamos el techo vinílico, le sacamos la falsas tomas de aire del capó, la pintamos de color “Verde Tempestad” y empezamos a tirarle unas franjas en los laterales en base a unos dibujos que habíamos hecho con Pedro. Al final elegimos uno que se me había ocurrido a mí. Como yo era fanático del Jaguar Mark 2, tenía el nombre Mark 2 en la cabeza y no se me ocurrió otra cosa que traducir eso a Serie 2. Entonces, en la franja a la altura del guardabarros escribimos “Serie 2”, y así quedó.

Además, le agregamos unas llantas deportivas que eran del Oldsmobile 442 que yo había traído de muestra de Estados Unidos de uno de mis viajes. Trabajamos todo un sábado con Pedro, pegando cintas negras en los laterales para dibujar las franjas y terminamos el auto en un par de días. Yo era el responsable de presentarlo y cuando lo hicimos estaban los gerentes de Marketing, de Producción, de Ventas y de otros sectores. Todos dijeron que sí, menos el gerente de Producción, Angel Perversi, talentoso ingeniero que después llegó a ser presidente de General Motors España, que se opuso porque decía que esa modificación no se podía pintar en serie. Ante esa situación, yo propuse que si no se podía pintar adentro se podría pintar afuera. El presidente de la empresa estuvo de acuerdo y le encargó al gerente de Compras que le buscara alguna empresa que pudiese pintar los autos fuera de fábrica. Y así se hizo. Se cargaban los autos en las bateas y se llevaban a un gran taller de pintura en la zona de Núñez. Ahí se enmascaraban las carrocerías con unas cintas 3M y se pintaban las franjas en una cabina. Después se volvían a mandar los autos a San Martín para el montaje final y distribución en las agencias. El problema que teníamos era que no había capacidad de desarrollo de colores, entonces dijimos el amarillo es el amarillo del techo de los taxis y el naranja era el color que usaba la flota de SEGBA (Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires). El verde, que se llamaba “Tempestad”, fue el único color que ya teníamos desarrollado de antes con la idea de hacer algo especial. Yo lo había visto en el estudio de colores y tapizados de Estados Unidos y me traje una muestra porque me pareció un color espectacular. Así quedó la primera versión. Fue un éxito total. Lanzamos la Serie 2 y se triplicaron las ventas con estos cambios que fueron sólo estéticos, sólo diseño.