Mujeres de fierro

Luciana Quijada: la madre y mano derecha de Marcos

“No es fácil para mí verlo a Marcos arriba de un auto, me pongo muy nerviosa, pero todo lo demás lo disfruto mucho. Fuimos creciendo juntos, vamos aprendiendo día a día y, por ahora, todo nos funciona muy bien”, le dice a Tribuna 2 en el inicio de la charla.

Luciana es la mamá de Marcos Quijada, y en cada autódromo, se la puede ver al lado de su hijo, observando todo al detalle. “Disfruto minuto a minuto los logros de Marcos, me encanta acompañarlo y ser parte de su crecimiento”, comenta quien, hoy, es la mano derecha del joven que marcha 11° en el campeonato de Turismo Carretera, subió a dos podios (3° en Viedma y en la pasada de Concepción del Uruguay) y es el mejor representante de Chevrolet Camaro.

La historia de la mamá del “Marciano” con el automovilismo empezó cuando conoció a Luis Quijada, quien corría en los zonales. “Lo acompañaba a los autódromos como novia, pero no tenía ni idea de lo que era el automovilismo y tampoco me gustaba. Pero cuando empezó a correr Marcos, empecé a vivirlo de una manera totalmente distinta”, relata.

“Cuando arrancó en karting, yo era una simple espectadora porque Luis se encargaba absolutamente de todo, pero cuando Marcos tenía cinco años, el papá se enfermó muy grave, lo siguió acompañando hasta los diez años, aunque de una manera distinta. Después ya no pudo, yo no entendía nada de nada y hubo dos años que su carrera con el karting quedó ahí”, cuenta.

“Un día, dos años después, vinieron a proponerme para que corra en monopostos, que para mí era un chino lo que me hablaban, pero me di cuenta que era la única manera de que ellos puedan seguir compartiendo su pasión, entonces me involucré. Luis me fue enseñando y guiando. Empezamos en la Fórmula 4, después pasamos a la Metro y, en esa categoría, me di cuenta que todo lo que me decía Luis sobre Marcos era verdad, porque hasta ahí pensaba que era un padre baboso, que quería que el hijo haga lo que a él le gustaba. Pero me di cuenta que las capacidades que tenía Marcos al volante eran reales, porque cuando contaba con la herramienta, se destacaba, entonces ahí dije: ‘Tengo que involucrarme a fondo’”, continúa recordando aquellos primeros años de Marquitos.

La sonrisa de Luis

Prensa Marcos Quijada

“Un día, estando en la Metro, le digo a Luis: ‘Me parece que ya está para dar el salto al Pista Mouras’, y no me voy a olvidar nunca de ese día porque la sonrisa de Luis fue alucinante. Y ahí empezamos a movernos para reunir el presupuesto; fue un camino de ida. A partir de ahí empecé a meterme cada vez más. A todo esto, si bien siempre fue un chico maduro, Marcos se levantaba temprano, hablaba con el equipo, iba, venía, miraba las carreras con el papá 80 veces. Y el ascenso de Marcos fue rapidísimo, porque de la Metro pasó al Pista Mouras, al año siguiente subió al Mouras y salió campeón, hizo un año de TC Pista y llegó al TC. Fue una montaña rusa y, creo, que ni nos dimos cuenta. Fue todo muy vertiginoso”, narra Luciana.

Cuando llegaron al TC, debutó con un Dodge del Dole Racing, pero a la carrera siguiente, se quedó sin poder continuar…
El debut en el TC fue un momento triste, porque veníamos de hacer toda la escalerita del TC con un mismo equipo, con buenos resultados y otros no tanto, pero siempre apostando a lo mismo, y cuando llegamos al TC, nos quedamos con un gusto amargo; creo que se portaron muy mal con nosotros. Después de la primera carrera, nos manifestaron que no había más lugar para Marcos, cuando nosotros ya sabíamos que la butaca de Marcos había sido probada antes de su debut por otro piloto… Todavía no puedo entender el motivo, pero ya no tiene relevancia.

Y ahí aplicó el famoso dicho “no hay mal que por bien no venga”, porque recalaron en el Uranga Racing.
Siempre le digo a Marcos: “Tranqui, lo bueno es que una patada en el trasero siempre te empuja hacia adelante, y lo que va a venir seguro va a ser mejor”. Y fue así. Obviamente que costó, él se movió mucho para conseguir equipo y volvimos con una Dodge que estaba, literalmente, tirada en el taller. Tuvimos un buen año de aprendizaje, y sobre final de año, se tomó la decisión de encarar el Camaro. En realidad, el equipo quería hacer un Mustang para Marcos, pero nosotros nos pusimos firmes, porque Marcos quería un Chevrolet, y es todo mérito del equipo, que le puso unas pilas enormes para tenerlo listo, y también gracias a la categoría, que le dio el pase.

Vaya debut que tuvieron; casi ganan en la primera y subieron al podio en la segunda.
En la primera carrera del Camaro, se terminó el viernes en el autódromo y, de no haber pinchado un neumático, hubiera ganado la carrera. Y en la segunda, subió a su primer podio. Así que fue todo mágico la verdad.

Prensa Marcos Quijada

Hoy, además de la madre, ¿sos una especie de manager?
Sí, me ocupo de todo lo que no se ve del piloto. De la parte administrativa, de hablar con los sponsors, de la logística; que llegue todo en tiempo y forma. Me encargo de las acreditaciones, de los pasajes. Él se encarga de buscar los sponsors y de subir al auto y correr, y yo de todo lo demás, pero hacemos un buen equipo.

Nada que ver con aquella Luciana, la que no le daba importancia al automovilismo…
Hoy, en casa, de lo único que hablamos es del auto de carrera. A veces estamos en el trabajo, porque él trabaja conmigo, y estamos hablando de un cliente o de un proveedor, sale el tema del auto y chau, nos ponemos a hablar del TC. Es una pasión que compartimos. No sé si lo haría con otra persona, pero lo hago con mucha seriedad. Hoy termina una carrera y ya estamos pensando en la otra. Disfruto mucho lo que hago, y lo sufro también.

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