Efemérides

Historia de TC: asoma el Submarino Amarillo argento

Bajo la conducción de Bordeu, un Dodge Polara, fabricado en Argentina, se impuso por primera vez en la Vuelta de Olavarría 1971 de TC.

Ha habido autos que quedaron cautivos en el baúl de la historia del TC. Los motivos responden a todo tipo de argumentos. Pueden ser por títulos logrados, por haber protagonizado carreras épicas, por haber sido compañero de ruta de un piloto en particular, por pertenecer a una marca puntual o simplemente por la simpatía que generó en el hincha.

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Pero también por haber colocado la piedra fundamental de un recorrido que ha sabido de momentos bañados de gloria. Dicho de otro modo, por haber puesto en marcha una era en la industria automotriz argentina y en el Turismo Carretera, en particular.

Si se echa mano al color, asoman exponentes únicos. Si decimos violeta, los autos del Flaco Traverso con el correo de tres letras; si vamos con el rojo y azul asoma la Diabla de Patita Minervino, por caso. Y si es amarillo, como un ejemplo rápido, el Ford del Gurí ganaría por demolición en el  inconsciente colectivo. Ni hablar del Trueno Naranaja… Sin embargo, hubo otro auto que hizo historia con el amarillo en su caparazón. Un verdadero Submarino Amarillo argento.

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Dodge Polara, un auto que entró en la historia del TC.

Se trató de un Dodge, pero no cualquiera. Es que hizo historia por ser el primer producto de esa marca producido en la Argentina en llegar a lo más alto en el Turismo Carretera. Un 18 de julio de 1971, en el circuito semipermanente de Olavarría (delimitado por la  Ruta 76, la 226 y Pellegrini), en lo que fue la 15° Vuelta de la ciudad del cemento, un Dodge Polara cuatro puertas, made in Argentina, se imponía con la conducción del recordado Juan Manuel Bordeu.

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Aquel Dodge amarillo, que llevaba preparación de los hermanos Aldo y Reinaldo Bellavigna, ganó con una marca de 2h49m47s y un promedio de 180, 45 kilómetros por hora, y dejó atrás a Carlos Giay, con un Chevrolet 400 de Froilán Gonzalez (en técnica fue excluido), con lo cual el podio se completó con otro Chevrolet 400, guiado por Jorge Cupeiro, y Juan Manuel Faraoni, con Torino.

El triunfo de Bordeu, quien de ese modo ganaba por tercera vez en el TC, se dio en una carrera con 54 autos: 30 Liebres Tornado, nueve Chevrolet, seis Valiant, cinco Dodge, dos Ford Falcon y un par de  Peugeot.

El comienzo de una era…

El éxito del Polara criollo abrió el camino de la Crysler Argentina. Así fue que otros modelos  tomaron la posta, como la cupé GTX. Si bien Ford y Chevrolet hegemonizaron el TC, la marca de la Estrella se hizo su espacio a fuerza de resultados, que condujeron al orgullo de haber tenido campeones de la talla de Roberto Mouras, Oscar Castellano, Tony Aventín, Oscar Angeletti, Ernesto Tito Bessone,  Norberto Fontana, entre otros y de campeones sin corona como Johnny De Benedictis.

La victoria en Olavarría del Polara llevó el mote de hito porque marcó el arranque de una era para Dodge en la categoría. Es que desde allí siguieron momentos de éxito, sobre todo en los 80. Fue, sin dudas, la irrupción de la marca de la Estrella en un terreno en el que dominaban otros exponentes, como Torino, Chevrolet y Ford.

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En 1971, Bordeu también ganó en Bragado con el Polara.

Porque desde aquel triunfo de Juan Manuel Bordeu, Dodge continuó sumando halagos con emblemas de la categoría, como Roberto José Mouras y el Pincho Oscar Castellano, quienes lograron títulos y numerosas victorias para la marca. Pero, además se iniciaba el ciclo de la modernidad en el TC, en el que el trabajo artesanal poco a poco fue dejando paso a la tecnología e industria de avanzada.

Las terminales encontraban en el automovilismo deportivo una brecha comercial para que sus modelos llegaran al público, fierrero o no. En el caso de Dodge, en 1968, la Chrysler de Argentina salió al mercado con una apuesta fuerte: el modelo Polara, de 5,50 metros de largo. Era largo, enorme, casi una lancha para el standard del mercado argento. En realidad, el Dodge Polara era un rediseño del Dodge Dart yanqui, un sedán con mecánica de Valiant. Sin embargo, la terminal de la Estrella no tardó en salir a ofrecer, luego, versiones de lujo, el Coronado,  y las cupés deportivas GT, RT y GTX.

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El último triunfo de Bordeu fue 13 de Agosto de 1972, con una GTX.

El buen andar en el TC tuvo su influencia en la aceptación en la Argentina del Polara, y que a partir de allí, llevó a Chrysler a fabricar para España una versión remasterizada del Polara, que se denominó Dodge 3700, que llevaba carrocerías argentinas.

Esa producción se dio hasta la década del 80, ya que llegó la crisis, y Chrysler debió cerrar las puertas de la mayoría de sus filiales en todo el mundo. Así, el Dodge Polara se transformó en una suerte de dinosaurio, en extinción, que reinó en la era de la comodidad y andar. Sin embargo, aquellas moles sobre ruedas son parte de nuestra historia fierrera, que en el TC marcaron una tercera opción. Ni Ford, ni Chevrolet. Porque si en las calles se deslizaban los Falcon y Fairlane de Ford, los Torino de Ika Renault, las Chevy y los 400 de Chevrolet, el Polara no podía faltar.

Dodge la jugó desde “el tercermundismo“, de no alineado con los hegemónicos. Y en Olavarría, hace 54 años sacó el primer aviso, con aquel excelso Submarino Amarillo guiado por un maestro como Juan Manuel Bordeu.

osvaldo alvarez
Por Osvaldo Álvarez
Periodista especializado y
docente universitario
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