GTM Promocional: Ramos y el peso de una decisión

Carlos Ramos había arrancado el año en la clase mayor, pero optó por cambiar y en General Belgrano ganó en su debut en la Promocional.

Las decisiones son parte de nuestros días. Siempre debemos tomar por un camino u otro, siempre tenemos que optar por callar o hablar, siempre quedarnos en la zona de confort o salir de allí para buscar algo más. En la segunda fecha del Gran Turismo Metropolitano (GTM) hubo un paso que hizo ruido y que fue motivado justamente por una decisión. Y es la que tomó, en su momento, Carlos Ramos cuando plantó bandera y dijo “me voy a la Promocional”, con la Chevy que guía desde el año pasado.

Claro que cuando se adopta una determinación es el 50 y 50 para el lado del error o para el lado del acierto. Sin embargo, Ramos eligió y clavó un pleno porque en su primera experiencia en la Clase Promocional logró el triunfo luego de que había arrancado el año en el GTM mayor.

“En la primera del año corrí en GTM, largué 13°, pero en la primera curva me pegaron y se terminó rápido la carrera para mí”, esgrimió como argumento de su decisión, el piloto de Lomas del Mirador.

“Entonces decidí allí pasarme a la Promocional. Y hoy me arrepiento de no haber arrancado la temporada en esta clase”, aseguró y se entusiasmó: “Creo que vamos a pelear durante toda la temporada”.

Hoy, Carlos Ramos siente que recibió los frutos esperados ante semejante paso que dio. Pero, también explicó las causas que lo llevaron a hacerlo. “A diferencia de la GTM de siempre, el reglamento técnico de la Promocional marca la presencia de una brida en el motor, pero además la relación de transmisión es más larga, con lo cual se preserva un poco más a los motores de posibles roturas. A mí me va mejor la relación mas larga y con la brida en el motor, porque el auto queda mejor y sufre menos”, definió.

De todos modos, también refirió a las prestaciones de la clase mayor GTM. “No hay brida y la relación es más corta, con lo cual al acelerarlo más el auto se pone de costado, que hace que uno vaya dejando milésimas en el camino. Todo porque no es lo mismo la tierra que el asfalto”, admitió y añadió: “Recién ahora empiezo a manejar como debe ser en la tierra, ya que siempre me costó porque vengo del asfalto”.

La final en General Belgrano lo vio dominador y esa supremacía le permitió “llegar a las últimas vueltas de la carrera como una diferencia importante, que me permitió descansar el motor”, destacó Ramos, quien al hacer mención a la victoria en la segunda fecha, indicó: “Salí a la final con otra mentalidad, con la idea de presionar a Rodrigo Abba, que había hecho la pole y había ganado la serie, pero en la final Rodrigo sufrió la rotura del motor”.

La victoria ya está en sus manos y nadie se la podrá sacar. Por ello, de ahora en más la inteligencia será una aplicación a utilizar en la Chevy, propiedad de Lucas Ottonello, que es motorizada por Maxi Ottonello y que tiene trabajos en el chasis de Fabián De Catterina. “Hay que correr con la cabeza, sin volverse loco”, apuntó y prosiguió: “Las sensaciones fueron buenísimas, ya que se abre un buen panorama para nosotros”.

La próxima del GTM, la 3ª cita, será en Brandsen, el fin de semana del 12 y 13 de julio, que es hacía donde apunta Carlos Ramos. “Además de dos gomas nuevas para el tren trasero, voy con la mayor experiencia que me dio la carrera de Belgrano”, adelantó y dijo que David Antúnuez, líder del campeonato, y Rodrigo Abba aparecían como los rivales a tener en cuenta, luego de dos fechas.

Con ADN fierrero

El amor por el automovilismo convive en Carlos Ramos con su profesión de comerciante en ganadería. Lo cierto es que más allá de lo que significa y vale una victoria, desde Tribuna 2 se busca conocer al personaje en cuestión. El piloto de La Matanza, en este caso, viene con ADN fierrero, porque heredó esa pasión de su padre, José Carlos Ramos, en realidad eso decía el DNI, porque para todos era el Cholo Ramos. “Desde chico estuve conectado al automovilismo, porque mi padre era dueño de una Dodge de TC que corrió José Miguel Pontoriero”, subrayó con orgullo y nostalgia.

Los inicios se dieron entre 89 y 90 en Midget, luego pasó al Karting Procar, entre el 95 y 2000; al año siguiente llegó al Zonal Pista con un Fiat 128, más tarde ingresó al Turismo Pista 2004 hasta 2008, con un Fiat Uno de Clase 2, mientras que en parte del 2008 y el 2009 completo aceleró el Turismo 4000 Argentino con una Chevy.

Sin embargo, en 2012, tras haberse subido a una Bolita 600 de la Fórmula 07, Carlos Ramos sufrió el duro golpe de  perder a su padre. “Fue mi pilar y tras su fallecimiento dejé de correr, pero en 2013 mi hermano compró un 147 para el Zonal Pista y me empujó a correr junto a Jorge Oliverio y anduvimos muy bien”, destacó.

Carlos Ramos siguió incursionado en el Midget y Zonal Pista, con un 147, pero en 2019 tomó la decisión de colgar el casco. “Me estaba retirando de la actividad, pero un amigo, Aníbal Ernets de Palieres Indepal y Ricardo Bonomo, el presidente del GTM, me insistieron para que siguiera”, relató. Entonces, la historia continuó escribiendo algunos capítulos más. En ese caso, en 2019 y 2020 sobre un Chevrolet 400 de GTM.

“Nunca había corrido en tierra y me fui haciendo poco a poco un año con el Chivo 400, pero tras la pandemia, Bonomo me cedió un Ford”, comentó.

El vínculo con la GTM ya se había generado, entonces el piloto de Lomas del Mirador armó un Chevrolet 400, que hoy está en manos de Carlos Ares, hasta que se cruzaron en su camino Lucas y Maxi Ottonello. “Ellos me cedieron la Chevy durante todo 2024, menos en la última fecha, a la que fui con el Ford de Bonomo”, recordó.

Con semejante trayectoria, la dinastía se ha creado en los Ramos. El Cholo la inició, la siguió y sigue Carlos, y la continúan y continuarán sus hijos Ayrton, que ha recalado en los Midget y la Fórmula 07, y Pablo, piloto de la 07. Sea como sea, Carlos Ramos alejó el retiro de sus dominios y tiene acelerador para rato, como para en 2025 colgarse la etiqueta de candidato al título en la GTM Promocional.