Fede Juárez vigila desde lo alto: “Es una diferencia tranquilizadora”
El Gran Turismo Metropolitano ha recorrido ocho estaciones en lo que va de la temporada. Restan tres peldaños para arribar a la cima: 2 y 3 de noviembre en Brandsen, doble fecha, y Dolores, la del cierre, con puntaje y medio.
Y dentro de ese mapa fierrero zonal se escapa, sobre sale, se destaca, brilla con luz propia, Federico Juárez. El hombre de 29 años (a semanas de los 30) ha hegemonizado la temporada, a través de una tarea sin máculas, diáfana, llena de virtuosismo con su Chevrolet 400 celeste y blanco, y cuya consecuencia es la luz que ha establecido en la punta del campeonato.
“Son 105 puntos de distancia. En realidad, es una diferencia tranquilizadora y bastante extensa, es un montón para la categoría”, comenta en diálogo con Tribuna 2. Claro que de aquí al epílogo quedan en danza 117 puntos, cuando el líder tiene 105 a favor. El piloto de Isidro Casanova ha marcado claras diferencias con una cosecha de 307,5 puntos, contra los 202,5 de quien lo sigue, Diego Calvo, mientras que un poco más atrás aparecen Carlos Ares, 196,5 y el binomio de Virrey del Pino, Tonetto-Ottonello, 188,5.
Viene de ganar la fecha doble en General Belgrano (8ª y 9ª fechas), con poles incluidas. Prefiere dejar de lado sus habilidades a la hora de acelerar, decidir y manejar, porque los elogios se los lleva el Chivo. “Si bien el trabajo de todos hace posible que estemos cerca del título, la clave está en que el auto siempre anduvo bien; desde que arranqué”, define y sostiene con total seguridad: “El auto pegó un salto con los motores de Luis Tapia, que comencé a utilizar en el 2023”, afirma, y entre risas, agrega que “parece que me faltaba algo debajo del pie derecho”.
De todos modos, Tribuna 2 insistió y Juárez utilizó el espejo para mirar al piloto. “Siempre trato de superarme, pero todo lo que tenga que ver con eso, lo hago en las pruebas, ya que en las finales cuido el auto para ver siempre la bandera de cuadros. Si bien hay muchos que arriesgan, yo soy de cuidar”, se autoanaliza.
Juárez es el campeón defensor, puesto que pintó el 1 en los laterales del Chevrolet 400, motorizado por Luis Tapia, de Rafael Castillo, y con chasis de Fabián De Caterina, de Mercedes, en 2023. Su hoja de ruta marca que en el 2017 se sumó al GTM, en 2020 y 2021 el casco quedó guardado, pero “retomamos en 2022 y de movida peleamos el campeonato, cuyo título llegó en 2023”, recuerda.
A partir de la supremacía que ha instalado en la categoría, Fede lleva la pilcha de imbatible, aunque nadie responde a esa etiqueta. Sin embargo, toma distancia de esa visión. “No lo veo así, porque siempre le doy una mano a todos, ya que hay una relación excepcional entre todos los pilotos del GTM; siempre hay buena onda”, reflexiona.
En el matancero no son sólo palabras. Porque las sostiene desde los hechos. En la carrera pasada, en General Belgrano, su más inmediato perseguidor en el campeonato, Calvo, tuvo un problema de transmisión en su auto y ante ello, Juárez le facilitó una caja de velocidades, pero además le ayudó a cambiarla. “En el zonal es así, porque todo es a pulmón; uno es mecánico, el que lleva el auto, el que lo maneja, es un poco chasista, un poco motorista. Un poco de todo”, define el líder del campeonato. Y ejemplifica: “Por caso, hace como dos años que no le llevo el auto a De Caterina, porque lo reviso yo, y lo mismo pasa con el motor, al que le hago yo mismo la atención en pista”.
Y a la hora de detectar y analizar los dibujos que mejor le caen a su Chevrolet 400, también la tiene clara como cada vez que acelera en un GP. “Voy muy cómodo en Brandsen, pero si cometés un error no te perdona, es difícil que te recuperes, ya que tiene dos curvones rápidos, pero allí mi auto los copió muy bien”, cuenta. Y prosigue en el tema: “En cambio, Belgrano no te deja margen de error, porque si bien es rápido, tiene curvas cerradas; en realidad son tres horquillas que obligan a bruscas desaceleraciones”, analiza. Y confiesa: “El Chevrolet 400 en lo trabado va mucho mejor, y hace cuatro carreras atrás, Luis Tapia hizo algunos retoques en el motor y el auto dio un salto de calidad en lo rápido”.
En la temporada son cinco victorias las que acumula el casanovense: Belgrano, Castelli, nuevamente Belgrano y repitió por doble partida en Belgrano. “Mi auto tiene un plus en Belgrano; de hecho en una ocasión, con un motor bastante desinflado, ganamos”, rememora.
Su relación con el automovilismo es desde que tiene uso de razón. Guillermo Ortelli, en su momento, Agustín Canapino más acá, lo retenían ante la TV, siempre y cuando no estuviera en un autódromo. Porque desde pibe acompañó a su padre, “Coco” Juárez, quien corrió en GTM entre 2005 y 2015. “Ahora tomé la posta”, dice con orgullo de ser parte de una dinastía fierrera. “Mi equipo es mi familia; mis tíos, mi viejo, y amigos que siempre están, como Repuestos Pablo, del kilómetro 35 de la Ruta Nacional 3, Virrey del Pino”, afirma.
Viene a paso firme, con un sólido Chevrolet 400 y un equipo que ayuda y empuja, Quizás Brandsen, quizás Dolores, lo reciban con toda la gloria. Pero, por ahora, la mesura y la razón sostienen los días de Federico Juárez en el GTM.