Opinión

En Spa hizo agua: llueve sobre mojado en la F1

La demora de más de una hora para largar el GP de Bélgica de F1 desató la polémica y asomaron posturas de todo tipo, a favor y en contra.

La Fórmula 1 representa, entre otros matices, una demostración de la habilidad humana llevada al límite con un medio mecánico pertinente. El aderezo de las condiciones climáticas impone que para llegar a la victoria, los pilotos deberán hacer gala de su capacidad para adaptarse a situaciones que platean todo un reto. La lluvia, por ejemplo, que hoy aparece como la prenda de polémica.

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Ante la irrupción de algo distinto los esquemas establecidos tienden a experimentar ciertos movimientos, que pueden ser superficiales o de fondo, que no mueven la aguja o instalen un mojón en la historia.

Así, alguna vez existió la pregunta molesta y para muchos casi irreverente. ¿Es positivo el ingreso masivo de la tecnología? Depende… En términos de seguridad, es bienvenida, pero cuando su presencia fagocita la incidencia de la pericia del piloto a la hora de manejar, ya la bienvenida, al menos, se diluye.

Vayamos por la avenida de la seguridad. Hoy los autos, los circuitos, la vestimenta arman una coraza alrededor del piloto para evitar males mayores en un accidente.

Si viramos hacia la otra arteria troncal, la habilidad del piloto ha quedado, de mínimo, con precio de oferta. Es que estos autos inteligentes en comparación de sus antecesores, le han quitado protagonismo al humano con casco. Otro ítems apunta al spray que levanta el paso del auto, aunque siempre se dio ese fenómeno que quita visibilidad.

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(LAT Images)

Aquí habrá que marcar un punto bien visible. El automovilismo, por naturaleza, es un deporte de alto riesgo, en el que hay que adoptar medidas que propendan a cuidar al protagonista, a pesar de haber sido desplazado por la tecnología. Por todo ello, este mapa, entonces, es aplicable a la categoría que le parezca, entre ellas la Fórmula 1.

Este extenso prólogo explicativo -perdone amigo lector, pero se imponía- era necesario para entrar de lleno al asunto. Spa Francorchamps abrió una polémica de incierto resultado, desde la decisión de las autoridades de la prueba de posponer por más de una hora el inicio del GP de Bélgica por la lluvia.

Amparados en la seguridad de los pilotos, apareció la bandera roja en la vuelta previa. Los autos quedaron formados en fila india en la calle de boxes, para luego ser cubiertos con gazebos plegables, lo cual dejaba la postal  de una feria de alto glamour en medio de los bosques de Spa.

Habrá que divisar que al automovilismo desde que es tal, o si prefiere la Fórmula 1, fue acompañado por la naturaleza por el solo hecho de ser un espectáculo deportivo al aire libre. La seguridad no es un tópico menor, vaya si no es trascendente. Todo ha experimentado cambios, mejoras en las prestaciones, pero no todo se puede controlar. Por caso a la naturaleza, que se pone de manifiesto en Bélgica o Brasil, con climas fluctuantes de lluvias furiosas y de sol penetrante casi en un abrir y cerrar de ojos.

La decisión de parar el inicio de la carrera no tuvo en cuenta a ciertos puntales gigantes: el público, el hincha, el fanático, más allá de haber hecho presencial o  virtual su vínculo con el GP de Bélgica.

“Con lluvia no se larga”. La oración conceptual marca la postura de las autoridades. Y desde aquí surge otra pregunta incómoda: ¿Cómo hicieron los antiguos, los habitantes del pasado para mojarse y no caer en el intento?

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(Getty Images)

Ejemplos asoman sin pedir permiso. Quienes al mirarnos al espejo vemos las nieves del tiempo en el cabello (el poco que puede quedar), recordamos miles de jornadas que pese al mal tiempo se desarrollaron como estaba previsto. No había medida  de no innovar y no necesariamente los fuera de pista terminaban en un hecho luctuoso.

Alguien podrá alegar que los autos de aquellas épocas no experimentaban las velocidades de hoy. Es cierto, no hay dudas. Pero, a la vez, también es parte de una verdad irrefutable que hubo superación en las medidas de seguridad en un circuito, las vías de escape, las dimensiones de las pistas, los autos son hoy pequeños módulos protectores del piloto, como así también los elementos de su vestimenta: cascos, guantes, buzo, los HANS protectores de cervicales, más otras prestaciones de verdaderas máquinas espaciales. Todo muy lejos de cómo corrían Fangio, Jack Brabham, Alberto Ascari o Froilán.

Es más, sin la lluvia o sin carreras bajo la lluvia y sobre pista mojada no Ayrton Senna quizás no hubiese sido el piloto que fue y que está anidado en el corazón de todo el automovilismo mundial. O en tiempos más modernos, Max Verstappen no hubiera dado cátedra en más de una ocasión bajo los fenómenos pluviales.

En la Máxima hubo vidas truncadas, pero no necesariamente por la lluvia. Senna, Roland Ratzenberger, Tom Pryce, Ronnie Peterson dejaron su sangre en un auto de carreras, pero el mal tiempo poco tuvo que ver.

En la historia, y sin ir tan atrás en el tiempo, hubo exhibiciones  que han quedado enmarcadas en el sagrado recuerdo.

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Vittorio Brambilla se impuso en Osterreichring, Austria 1975 en lo que fue una prueba que se instaló en los anales de la F1 por el caos de su desarrollo. Lauda abandonó, Hunt con el Hesket no pudo aguantar a Brambilla, que llevó al March naranja a la punta. La prueba se paró en la vuelta 29 por el empeoramiento del clima y el italiano tras recibir la bandera de cuadros largó el volante para festejar, lo cual produjo que el auto pegara contra el guard rail y entrara en trompos en plena recta.

El Gran Premio de Japón en Fuji 1976 encierra otra gran faena de aquellos pilotos. El inglés de McLaren, James Hunt terminó tercero, que le valió el título ante la decisión de Niki Lauda de no correr a raíz de la tremenda lluvia que caía. El temor del austríaco no pasaba por el agua, sino que no habían transcurrido cuatro meses de su accidente en Nürburgring de ese año, en donde sufrió profundas quemaduras en su rostro y que logró escapar de la muerte en el mítico escenario alemán. Esa historia en Fuji quedó reflejada y guardada en la película “Rush”.

Dicho sea de paso que aquel accidente de Lauda en Alemania generó una bisagra en la FIA. Es que se cambiaron profundamente las normas de seguridad de la Máxima. Por caso, desde allí todos los escenarios debieron tener en forma obligatoria un centro médico permanente, mientras que los pilotos pasaron a tener la obligación de realizar cursos de rescate en pista, fundamentado en la acción de Arturo Merzario, quien bajó de su auto para socorrer al austríaco.

Ícono sobre el agua

Senna 3

Si de ejemplos se trata no puede faltar el primer llamado de Ayrton Senna en la F1. Fue en Mónaco 1984, en donde protagonizó una remontada épica bajo una torrencial lluvia. La demostración de manejo de aquel jovencito piloto brasileño sobre un humilde Toleman hizo que estuviera a punto de derrotar nada menos que a Alain Prost y su  McLaren. No fue del paulista sólo porque Jackie Ickx, director de carrera, sacó la bandera roja en la 31° vuelta y acabó la carrera antes de lo previsto. Claro mucho tuvo que ver el estratégico pedido ampuloso de Prost, que desde su auto pedía con sus brazos que se terminara la carrera. Y tuvo eco.

Si seguimos con Ayrton aparece aquella obra maestra en Estoril 1985 con el Lotus. Era su segunda carrera con la escudería de Colin Chapman, la visibilidad era casi nula, el aquaplaning era una trampa que esperaba por sus presas. Largó desde la pole, nunca dejó de acelerar, estaba en otra dimensión, tanto que se impuso con más de un minuto de ventaja sobre el escolta.

Senna Estoril 3

Tenía toda la pulcritud de un pez en el agua y lo probó también en Donnington Park 1993 con el McLaren ante el dominio de los Williams de Damon Hill y Alain Prost. Allí, sobre el agua, el brasileño le dio forma a la mejor primera vuelta que se recuerde. Movió desde el cuarto lugar y antes de completar el primer giro ya estaba primero. Por supuesto: ganó.

Estaciones de la historia

Siempre fueron de la mano la lluvia y la velocidad. Si uno bucea en el archivo encontrará ejemplos varios. El GP de España en Catalunya 1996. Michael Schumacher enhebró su primera victoria con Ferrari, y con una actuación llena de astucia y talento que llenó el corazón de los tiffossi. Porque le ganó a una torrencial tormenta para empezar a ser Schumi.

Spa Francorchamps siempre entrega esa dosis de misterio en cuanto a qué ocurrirá con el clima. El GP de Bélgica de 1997 recibió mucha más agua que el pasado domingo. La pista se puso difícil, cambiante a partir de ese microclima especial. Y esto hizo que se echara mano a la estrategia.

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Michael Schumacher peleaba con Jacques Villeneuve por el título. El alemán calzó neumáticos intermedios para lluvia en el arranque, en cambio la mayoría optó por otro tipo de esquema. Pero esa jugada les salió mal. La mayoría se fue de pista, mientras que el de Kerpen no encontró en la lluvia un obstáculo para llevarse la victoria por 26 segundos sobre el escolta.

Interlagos suele ser sorpresivo. Se mira al cielo todo el tiempo, y los radares son gastados para definir qué pasará en la atmósfera paulista. De hecho Franco Colapinto lo padeció el año pasado. Hubo dibujos raros durante toda la carrera, pero no se pensó en esperar para ver qué pasaba. El argentino se fue de pista y dejó maltrecho el Williams, pero nada pasó de allí.

Monza en 2008 amaneció con agua, las curvas mostraban charcos, pero Sebastien Vettel con un sorprendente Toro Rosso dejó con la boca abierta a todos al quedarse con el Gran Premio de Italia. El alemán esgrimió una precisión absoluta para manejar sobre el agua.

Por su parte, Lewis Hamilton no se achicó con sus Mercedes en Silverstone. Es que el GP de Gran Bretaña de 2008 sufrió lluvias intensas, pero el inglés fue implacable. La visibilidad era mínima, Felipe Massa se fue de pista con la Ferrari como muchos otros, mientras que Hamilton dejó en claro que también se puede manejar con solvencia en condiciones extremas.

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Pero en 2016, Max Verstappen, con apenas 19 años, comenzó a probarse la corona del nuevo Rey de la Lluvia. Es que mientras Vettel y Raikkonen, por caso, sufrían con el efecto aquaplaning, el neerlandés hizo milagros sobre el Red Bull en una pista invadida por los charcos.

El Estambul Park en 2020 estrenaba asfalto, pero con lluvia constante. El grip casi no existía en ese pequeño campo de batalla. A pesar de la escasa adherencia,  Lewis Hamilton dio una lección de gestión de neumáticos y de adaptación a circunstancias complicadas. Desde la paciencia y estrategia, el inglés no se preocupó por Verstappen ni Trulli, que se habían escapado. Esperó desde el quinto lugar en la fila india y el triunfo y el 7° título, que le permitió igualar a Schumacher, no se le escaparon.

Hay un recorrido enorme en una galería que recrea victorias impresionantes y épicas bajo la lluvia. Correr o no bajo condiciones complicadas (un punto a debatir cuándo es o no problemático) se ha planteado en la Máxima luego del polémico atraso de la largada en Spa. 

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Cuando la lluvia moja el asfalto hace que los talentos verdaderos puedan hacer la diferencia, porque en cierto modo equiparar las condiciones generales.

La seguridad ante todo, pero que no llegué tampoco a la sobre protección. De ser así, la situación se achatará; la emoción perderá cotización en la bolsa de valores se reducirá considerablemente la habilidad que distingue a los buenos de los verdaderos campeones.

Entonces surge una reflexión rápida. Sin lluvia, Ayrton Senna, que regaló actuaciones de relieve bajo la lluvia,  quizás no hubiera llegado a ser el Ayrton Senna icónico del deporte mundial. O Max Verstappen no sería el nuevo Rey del Agua, o no hubiéramos sido testigos de carreras memorables. Es que esas pistas resbaladizas y mojadas ponen a prueba la habilidad del piloto y a lo largo del tiempo hubo testimonios bajo la lluvia que dejaron un sello imborrable.

En definitiva, como reza la canción de Fito Páez y Joaquín Sabina: “Llueve sobre mojado” en la F1.

Osvaldo ALVAREZ
Por Osvaldo ÁLVAREZ
Periodista especializado y
docente universitario
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