
El baúl de los recuerdos aparece como el hogar de los habitantes de la historia. Nombres, apodos, autos, colores, proezas, decepciones, estrellas, equipos, categorías, situaciones… Todo es parte de una gran familia que convive y toma unos mates a la sombra de la parra de las vivencias pasadas. Las efemérides, esas guías que no nos permiten olvidar -si es que esto sucede alguna vez- hoy nos acercan al recordado Club Argentino de Pilotos (CAP), una categoría de los 80, que había llegado para revolucionar el automovilismo y para concentrar a lo mejor de “la casta pilotos” de aquel momento.
El sábado pasado se cumplieron 43 años de la primera carrera de esa especialidad. Ocurrió al pie de la sierra La Barrosa, en Balcarce, en donde las coupe Nissan 280 ZX presentaron credenciales con Guillermo Kissling como ganador, escoltado por Juan María Traverso y el bahiense Juan Alberto Vallasciani.
Pero no fue el único hito que tomó forma en el Juan Manuel Fangio de Balcarce. Es que esa carrera fue por la señal de Argentina Televisora Color (ATC), hoy la TV Pública, Canal 7, y de ese modo se convirtió en la primera competencia nacional en ser televisada. Y esto aportó a que el CAP ganara terreno en la galería de la popularidad y difusión. Tanto, que las carreras llegaban a tener entre 15 y 20 puntos de rating, en lo que era una novedad para el televidente argentino, que a esa altura sólo accedía por TV a las pruebas de Fórmula 1.

En su nacimiento se trató de una monomarca integrada por las coupe Datsun 280 ZX, cuyos motores desarrollaban de 170 HP de potencia y, que a su vez, presentaban ciertas reformas aerodinámicas a cargo de Tulio Crespi.
La historia cuenta que Carlos Pairetti (fue el manager), Jorge Cupeiro, Paco Mayorga y Jesús García Veiga, verdaderas leyendas del automovilismo argentino, fueron los ideólogos, a partir de apuntar a un espectáculo de alto nivel con autos iguales, para llegar al equilibrio y buscar que el desequilibrio se enfocara en la pericia y habilidad de los pilotos.
La convocatoria abarcó a los protagonistas del momento y a glorias de los fierros. Así, en ese primer campeonato se sumaron 53 pilotos, que acudieron a 21 fechas en el calendario, que en su epílogo vio como campeón a Guillermo Kissling, con seis victorias.
Y hubo nombres de peso. Ruben Luis Di Palma, el Pájarpo Carlos Garro, Osvaldo “Cocho” López, el Nene Néstor Jesus García Veiga, el Flaco Juan Maria Traverso, el Chango Esteban Fernandino, Jorge Recalde, Angel Monguzzi, Jaun Alberto Vallasciani, Francisco Paco Mayorga, Carlos Marincovich, Ricardo “Caíto” Iglesias, Daniel Sancho, Alfredo Pisandelli, el Toro Roberto Mouras, Carlos Pairetti, Carlos Ruesch, Gustavo Del Campo, Miguel Angel Guerra, Ernesto Bessone, Francisco Pancho Alcuaz, Gerardo Del Campo y Rodolfo Zuain, entre otros.
Tras el título de Guillermo Kissling, “Tito” Bessone hizo doblete en 1983/84 y sumó el tercero en el 88; “Cocho” Lopez se transformó en el Tri, ya que logró los títulos en forma consecutiva en 1985/86/87, mientras que el arrecifeño, Rubén Bulla se quedó con los campeonatos correspondientes a las temporadas 1989/90.

Ese primer campeonato fue de 21 fechas, que se corrieron en once provincias, lo cual fue útil para darle movimientos a autódromos que hacía muchos no recibían a categorías nacionales, tales los casos de Santa Rosa (La Pampa) y Rafaela.
El escenario fundamental para el CAP fueron los autódromos, pero también hubo algunos pasos por semi permanentes, como Pergamino, Tandil y Potrero de los Funes -San Luis-.
Posteriormente, en el año 1988 se incorporaron a la categoría los Nissan 300ZX con el objetivo de darle un nuevo impulso a la especialidad.

No alcanzó porque el CAP desapareció en 1991 en medio de diferencias internas, sobre todo en el aspecto técnico. En sus últimos años compartió cartel con la también desaparecida Supercart (hoy algo del Procar 4000 y el Turismo 4000 Argentino), en cuyo contexto la gran atracción era nada menos que Norberto Pappo Napolitano, que desparramaba su pasión por los fierros arriba de una Datsun 280. En su momento, el CAP encarnó un grito de revolución en el automovilismo deportivo.
Casi una década funcionó, no logró en definitiva echar raíces, pero se trató de un intento de avance tecnológico, pero que no debía eclipsar a la habilidad innata del piloto. Y, por ahora, cerramos el baúl de los recuerdos.
