
Norberto Fontana levanta la copa para brindar por los 30 años que se cumplen de sus títulos en la Fórmula 3 Alemana y Europeo.
Su apelativo no condice con su contextura física, más que nada apunta a sus condiciones naturales a la hora del manejo de un bólido de competición. Se trata de un apelativo compuesto, porque el adjetivo va acompañado de un lugar, de un sitio geográfico, su lugar en el mundo, en definitiva.
La construcción es el Gigante de Arrecifes. Es decir que el protagonista en cuestión es Norberto Edgardo Fontana, quien hoy celebra 30 años del título que consiguió en la Fórmula 3 Alemana, que se dio en el contexto de su aventura europea y que llegó como punto más alto a la Fórmula 1, nada menos.
El año 1995 lo tuvo en un sitial de primer nivel y en aquellas carreras anidaban las ilusiones de volver a tener un piloto argentino en la Fórmula 1. Carlos Reutemann y el Poppy Larrauri habían dejado sus huellas, pero el aspecto económico clavaba una estaca en las esperanzas argentas de que ese hueco se cubriera.
Norberto Fontana cruzó el Atlántico, se afincó en Europa para buscar sus sueños. En 1995 acunó uno de ellos, porque se vistió con las pilchas de dominador absoluto de la Fórmula 3 Alemana, a la que había arribado un año antes. Utilizó un Dallara 395 propulsado por un motor Opel Spiess, del equipo suizo KMS, con el número 7 en sus laterales y que lo llevó a ganar 10 fechas de las 14 de la temporada, con un total de 13 podios.

Pero los números del arrecifeño se extendieron a una decena de pole position y seis récords de vueltas. Con todo ello, se consagró campeón una fecha antes del final del campeonato. Ocurrió en el trazado francés de Magny Cours, el 8 de octubre de 1995, cuando el piloto de Arrecifes se llevó todo lo que estaba en juego en esa fecha -la pole y dos finales-.
El piloto argentino se coronó campeón con una amplia ventaja en puntos sobre sus rivales. Norberto Fontana cosechó 256 puntos, mientras que detrás siguieron, pero lejos, Ralf Schumacher, con 171 puntos, y Massimiliano Angelelli, con 140 puntos.
Las victorias del Gigante se repartieron por diferentes puntos de la geografía germana. Así, cuatro de ellas se dieron en Hockenheim, mientras que las seis restantes tuvieron sede en el trazado de Avus (Berlín), en el mítico Nürburgring y en el circuito callejero de Singen (estado de Baden-Wurtemberg, al sur de Alemania), dos en cada uno de esos sitios.


El andar de Fontana encontró como resultado un título, cuyo valor subió ostensiblemente con la jerarquía de los rivales a los que superó en ese andar aplastante durante 16 carreras. Así aparecen en esa lista de quienes lo vieron desde atrás, pilotos de la talla de Jarno Trulli, Alexander Wurz y Ralf Schumacher, quienes más tarde llegarían a la Máxima.
Según el Gigante, una de las bisagras de esa temporada en la F3 alemana se dio en el circuito callejero de Singen. Es que el triunfo en el sur germano destrabó una competencia que se mostraba dura y pareja. Pero allí, “El Norber” logró despegarse de sus rivales en la lucha por el título.
Pero la frutilla del postre se dio en Magny-Cours, Francia, donde se aseguró el campeonato. Y para llegar a ese punto, Fontana echó mano a la experiencia que había urdido años anteriores, pero le sumó una preparación física, que contempló una intensa pretemporada de entrenamiento físico. Lo cierto es que todo desembocó en una confianza en si mismo y en el equipo que integró, que lo llevó a darle vida a un andar arrollador.

Un Master
Sin embargo, en aquel 1995, el arrecifeño fue por más e hizo más ruido aún en el mundo de los fierros. Porque también se quedó con el prestigioso Marlboro Master de F3 en el circuito de Zandvoort, Países Bajos. Y con ello, se convirtió en campeón europeo de la categoría. Claro que no fue un triunfo más, porque representó nada menos que la primera vez que un piloto sudamericano lograba llegar a la cumbre de esa categoría del Viejo Mundo.
El Masters de Fórmula 3 tenía su propio comando, más allá de los torneos nacionales o europeos, con reglas propias. Esa independencia del Masters permitía que sus organizadores invitaran a los talentos de época, que competían en los diversos certámenes nacionales de la especialidad, como el alemán, francés, británico, entre otros.
De ese modo, el Masters era la Meca en donde se congregaban los mejores pilotos, con lo cual la carrera se transformaba en una verdadera batalla de gladiadores, que medían talento a nivel internacional. Así fue que en el 1995 fueron invitados Norberto Fontana, Ralf Schumacher y Jarno Trulli. Y de allí emergió la destreza del arrecifeño como la gran estrella llegada de este lado del Atlántico.
La aventura maxima
Todo el camino recorrido en la F3, un par de años después entregó sus frutos. Porque Norberto Fontana debutó en la Fórmula 1 con el equipo Sauber en el Gran Premio de Francia de 1997. En aquella ocasión reemplazó a Gianni Morbidelli, quien se había lesionado el brazo antes de esa carrera. Y así fue compañero de equipo del británico Johnny Herbert.
De todos modos, en 1995 ya se había subido al auto del equipo de Peter Sauber, quien lo había contactado para una sesión de pruebas a fines de 1994. El rol de tester se mantuvo en 1995 y 1996 hasta que llegó el estreno, el 29 de junio de 1997, el que terminó con un abandono.
En total, el arrecifeño compitió en cuatro Grandes Premios para Sauber en ese año. La segunda función se dio en Silverstone, el Gran Premio de Gran Bretaña, en donde se ubicó noveno (recibió una penalización en clasificación y terminó con una pierna entumecida), al igual que en el siguiente en el Gran Premio de Alemania (dibujó un trompo en los primeros metros, pero se recuperó), mientras que el cuarto acto se se dio en Luxemburgo, con una 14° posición. A raíz de que en esas épocas, en la Fórmula 1 sólo sumaban puntos los seis primeros, el argentino no logró cosechar unidades.
El hombre de la Cuna de Campeones se destacó en monopostos como en autos con techo. Un todo terreno. En los monoplazas internacionales paseó su talento por la Fórmula Ford Suiza 1600, Fórmula 3 Alemana, Fórmula Nippon, Fórmula 3000 Internacional y la categoría norteamericana CART.
Un largo camino
Se inició en los karting con ocho años, en 1992 trepó a la categoría escuela, Fórmula Renault Argentina, y en 1993 dio el salto a Europa; obtuvo su primer halago internacional en la Fórmula Ford Suiza. Siguió, lo dicho, en la Fórmula 3 Alemana y Sauber de F1.
Tras un fuerte golpe en el Gran Premio de Macao, que le requirió una operación, la carrera de Fontana desembarcó en la Fórmula Nippon (Japón, 1996). Estuvo cerca de subirse a un Tyrrell de F-1, pero en definitiva el equipo británico optó por Ricardo Rosset.
Siguió en Japón, en la Fórmula Nippon, el Campeonato Japonés de Gran Turismo, pero en 1999 fue momento de volver a Europa. La Fórmula 3000 fue el destino, con el equipo Fortec y en el 2000 formó parte del equipo de John Della Penna, en la CART de los Estados Unidos.
Allí hubo un punto. Se imponía el regreso al país en 2001, un momento difícil para la Argentina. Así, el Gigante desparramó su habilidad en el TC 2000, Turismo Carretera y Top Race V6. Y se dio el lujo de alzar los títulos 2002 y 2010 del TC 2000, mientras que reinó en Turismo Carretera en 2006.
Y hoy no detiene la marcha, porque cada fin de semana de TC, Norberto Fontana inscribe su nombre, como un verdadero de hijo de la Cuna de Campeones. Lo que se dice un Gigante.
