Opinión

Argentina estuvo a la altura y convirtió el “Desafío” en un clásico

Las carreras mundiales se están yendo de Argentina. Nuestros pésimos años como país, nuestra pobreza y nuestra incapacidad para ser competitivos, nos expulsan de todos los foros internacionales y las competencias del motor -por supuesto- forman parte de ellos.

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Primero, fue el Dakar; después, el Rally de Argentina de Córdoba; luego, el MotoGP de Termas. Las grandes citas del motor que nos ponían una vez por año en el foco de atención de todo el mundo se fueron.

A pesar de que somos muy buenos para organizarlas, de que nuestros escenarios son perfectos y de que nuestra gente las disfruta con una pasión tan inigualable que su fervor llama la atención de la platea global y se convierte en un contenido extra para las transmisiones de los eventos desde estas tierras.

Pero, “el amor es más fuerte”, reza una canción. Y “¿quién dijo que todo está perdido?”, nos murmulla otra.  

La semana pasada, el Campeonato Mundial de Rally Raid FIA-FIM, corrió su cuarta fecha en nuestro país: en el “Desafío Ruta 40”. Y fue un verdadero éxito.

Una carrera que nació en 2010 para consolidar la cultura Dakar y la especialidad en el país, que se había dejado de correr por cinco años, regresó el año pasado, como penúltima fecha del W2RC, y tuvo la edición magnífica que necesitaba para terminar de convertirse en un “clásico”.

Fue un gran reto y Argentina estuvo a la altura. Fue una apuesta fuerte y Córdoba dio la talla, bien acompañada por San Juan y La Rioja. Solo hacía falta que resultara una gran carrera y así sucedió.

Con 115 máquinas en la línea de largada, un espectacular recorrido que mezcló todas las variantes de caminos y superficies -WRC, arena, dunas, desiertos, ríos secos, fesh-fesh, chotts- que se pueden usar en el Cross-Country, el DR40 le arrancó una mueca de satisfacción a todos los corredores, los que ganaron y los que perdieron. Porque la propuesta no solo era rigurosa y exigente, sino que tenía al borde del camino al público argentino que aplaudía el paso y agradecía volver a tener un Mundial en su territorio. Y no hay nada que premie más el trabajo de los que corren.

Por eso, todos se brindaron. El equipo Honda Racing Corporation Rally Team dominó la carrera con sus seis magníficas CRF450 Rally y sus tremendos ‘riders’. Y ya en la Etapa 3 podría haber dado la orden de mantener posiciones, ganando cómodamente la carrera FIM. Pero les dio vía libre y nada menos que el ganador del Dakar, el californiano Ricky Brabec, le ganó a su compañero español -la nueva sensación del rally raid- Tosha Schareina por apenas 15 segundos, después de 3.000 kilómetros de recorrido y casi 1.800 de pruebas especiales. Impresionante.

No se puede decir menos del lado FIA. Después de todos esos kilómetros citados y cinco días de carrera, los dos hombres que más ‘todoterreno’ han corrido en los últimos diez años, Nasser Al Attiyah y Yazeed Al Rajhi, salieron a jugarse la victoria en el especial final con solo 13 segundos de diferencia entre ellos. Y cuando todas las apuestas favorecían al catarí cinco veces ganador del Dakar, la magia del automovilismo y los caminos cordobeses decantaron su favor hacia el saudita, que nos confesó en el final que había ganado “la carrera de su vida”.

Y estuvimos allí, para contarlo, como hemos estado en todas estas carreras ‘mundiales’ que ha vivido con tanta ilusión el público argentino. Esperando que regresen las que nos faltan y que le sigamos mostrando al mundo de lo que somos capaces, cuando una pasión está en juego y cuando nada nos frena.

Marcelo Cammisa, periodista de Cadena 3 Argentina, especial para Tribuna 2.
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