
Patricio Di Palma volvió a transitar los boxes del automovilismo nacional pero como preparador y formador de su hijo menor Máximo.
Patricio “Pato” Di Palma ya no se sube al auto como antes, pero su pasión por el automovilismo sigue intacta.
Hoy su lugar está en los boxes, trabajando a la par de un grupo de amigos y de sus hijos Dino y Máximo, piloto de la Clase Tres en el Turismo Pista y quien está dando sus primeros pasos dentro de la categoría.
“Vine a atender el Clio de Máximo. Estuvimos trabajando mucho para lograr estar acá. Para mí es un orgullo poder acompañarlo, poder hacer lo que hicimos, que en su primera carrera con lluvia haya hecho lo que hizo: se metió en el último récord de vuelta y vino para adelante como loco. Fue una felicidad enorme”, contó emocionado el arrecifeño.
Detrás de ese resultado hay un esfuerzo que no se ve. “Hace más de un año que empezamos a armar el auto y la remamos como locos”, expresó. Desde un rol distinto, el “Pato” Di Palma sigue su camino en el automovilismo, esta vez acompañando a su hijo en su sueño. “Intento transmitirle a Maxi todo lo que uno conoce”, expresó el subcampeón de TC 2006.

El proyecto se consolidó a partir del esfuerzo compartido entre la familia y un grupo de amigos. El Renault Clio se arma íntegramente en Arrecifes, con excepción del motor, que es preparado por Sebastián Colombo, quien junto a Roberto Vido, fueron pilares fundamentales desde los comienzos para que Máximo pudiera estar en la pista.
La estructura se sostiene con el trabajo de Franco, Gabi, Mario y varios allegados que se suman en cada carrera. No se trata de un grupo profesional contratado, sino de un equipo forjado en la amistad y la pasión por el automovilismo.


El camino con Máximo empezó casi de casualidad. “Todos me decían que estaba loco cuando le di el toro en Concordia, di unas vueltas y vi que andaba muy bien. A partir de ahí nos entusiasmamos y empezamos a armar todo. Se disfruta todo, porque fue un proceso largo, con mucho trabajo, pero logramos llegar a donde llegamos”, recordó su papá.
Sobre su histórico Torino, “Pato” fue sincero: “Siempre lo hice por gusto personal, pero hoy lo económico no me alcanza para tener el motor listo. En cuanto pueda acomodarlo y tener el motor listo vamos a estar haciendo un ‘Di Palma Day’. Seguramente lo mande al museo, como le prometí a Hugo Mazzacane, y cada tanto lo sacaré para dar una vuelta”.

Aunque no se considera retirado del todo como piloto, reconoce que su presente está en otra etapa: que su hijo Máximo pueda correr, apoyándolo y acompañándolo en cada carrera.
Así, Patricio se reinventa en los boxes, aportando la experiencia acumulada a lo largo de décadas en el automovilismo y que le permite hoy volcar todo ese conocimiento en un proyecto familiar y artesanal que refleja desde adentro el sueño de una nueva generación.

