Opinión

Juan Manuel Fangio: el hombre que dejó marca

Pasar por la vida habiendo dejado algo, suena a una sensacional recompensa que ningún metal precioso puede pagar o igualar.

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El deporte se ha nutrido de tremendas figuras, la mayoría rutilantes, voraces a la hora de ganar, inconfundibles en los números, pero pocas han dejado marca. Diego, Menotti, Monzón, Messi (lo sigue haciendo), el “Flaco Traverso”, “Lole” Reutemann, Hugo Porta, y seguramente hay mucho más que a usted se le puede ocurrir y esbozar: ¡Cómo se puede olvidar de tal o cual! También los anotamos… Y de todos ellos sobresale la figura de Juan Manuel Fangio, que conjugó voracidad, templanza, sabiduría y enseñanza. Fue, y es, simplemente Automovilismo.

Hoy se cumplen 29 años de su partida de este mundo, aunque nos acompaña desde su Balcarce amada y natal, en donde descansan sus restos. Y por ese grande de nuestro deporte se instauró el 17 de julio como Día del Automovilismo Deportivo.

Aquel hablar pausado, cansino, campechano, pero robustecido por tanta claridad conceptual generaba devoción. Fangio era respeto, era adoración, era verlo y rendirse a escucharlo. Ayrton Senna lo tuvo siempre como su Norte, el guía de su carrera truncada en Tamburello.

Fangio era Maradona entre los autos. Si hasta científicos de la Universidad de Oxford, de Inglaterra, se tomaron el trabajo de armar un estudio que arrojó como resultado que el Chueco, nuestro Chueco de Balcarce, fue el piloto más grande de la historia del automovilismo mundial y con ello dejó atrás a Michael Schumacher, Senna, Lewis Hamilton, a quienes sigue mirando por los retrovisores.

Su “sinónimo” de Quíntuple lo acompañó por décadas. Y cómo no hacerlo después de la belleza deportiva construida con los cinco títulos en la Fórmula 1 (1951, 1954, 1955, 1956 y 1957) con marcas grosas y diferentes. Es que hizo fuertes a Maserati, Alfa Romeo, Mercedes y Ferrari.

De allí edificó una popularidad tal, que en la Argentina masiva, nunca se tuvo la real dimensión de la pasión que Fangio provocaba en el mundo. Tanta trascendencia desparramó por el planeta que hasta le jugó en contra. Es que en 1958 fue secuestrado por el Movimiento 26 de Julio en La Habana, como preludio de lo que luego se constituyó como la Revolución Cubana.

A los 84 años, víctima de una bronconeumonía con complicación renal, el Chueco pasó a la inmortalidad luego de 20 años de automovilismo a pleno sobre una pista, pero que nunca abandonó, porque siempre encontró un nuevo lugar en el autódromo. Dos enormes pilotos, como Stirling Moss y Jackie Stewart acudieron a sus exequias porque, como dijeron: “Despedimos a un símbolo, al mejor de todas las épocas”.

Desde su ascendencia y claridad fue por el mundo y por la vida, desparramando frases, que hoy son mojones de simpleza y sabiduría:

* “Para ganar lo primero que hay que hacer es llegar”.

* “No vale la pena arriesgar la vida por un poco de popularidad”.

* “Siempre hay que tratar de ser el mejor, pero nunca creerse el mejor”.

* “Es más difícil vivir que correr. Las carreras duran un par de horas, pero la vida dura toda la vida”.

* “No quiero imponer mi presencia al público durante demasiado tiempo. La gente se cansa de ver siempre las mismas caras”.

* “Estoy satisfecho con la cosecha de amigos que conseguí. En todas partes hice la amistad un culto y de la seriedad una obligación. Pude cometer errores con la cabeza, nunca con el corazón”.

* “Si mis campañas han servido para algo… Si corriendo automóviles fui útil a mi patria, eso lo dirá el tiempo. Yo sólo tengo un deseo, y es que mi conducta en el mundo pueda ser aprovechada por todos los jóvenes”.

¡Y sí… Fangio dejó marca!

Por Osvaldo Álvarez – Periodista especializado en deportes y docente universitario
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