Historias mínimas

Gabriel Falivene: “Soy afortunado porque vivo de mi pasión”

El ingeniero entrerriano, un apasionado, se afincó en Italia y apunta a abrirle la puerta del automovilismo europeo a los jóvenes talentos.

No está claro si intenta o no disimular o ponerle un velo a una sensación que nace desde las vísceras. Si lo busca, entonces habrá que bajar el martillo y definir que está lejos de lograrlo.

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Es que las emociones no se bancan mucho tiempo esperando para saltar al exterior, ya que en cuanto encuentran el mínimo resquicio asoman y exponen a quien sea. A Gabriel Falivene la pasión por el automovilismo, en definitiva por lo que hace, lo pasa por arriba, le gana por goleada. Se trata de un ingeniero argentino, hoy afincado en Italia, quien desde hace años tomó la celeste y blanca para trabajar lejos de la tierra que lo vio nacer. Su nombre no es rimbombante, quizás tampoco una marca registrada, pero sí es dueño de una historia de esfuerzo y optimismo en sí mismo. Cuando el 2025 está cerca de irse, Falivene no detiene el paso y prepara un 2026 lleno de trabajo y de expectativas en las jóvenes promesas que llegan a Europa, y algunas de ellas podrían ser argentas.

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Gabriel Falivene, a través de su empresa Fenix Red Race, atiende y respalda cada una de las ilusiones que se gestan en un chico joven que sueña con trascender en el automovilismo. Así, un día en Italia se cruzó con Pablo Benítez, otro argentino, titular de la Scudería Buell, con estructura en Monza y en Daytona, Estados Unidos. Ahora, juntos encararán nuevos proyectos, que Gabriel Falivene le comentó a Tribuna 2, en diálogo desde Italia.

“El proyecto es devolverle al automovilismo el lugar que ha perdido a partir de ciertos manejos y políticas. El automovilismo se hace con esfuerzo, dedicación, sacrificio y con respeto. Quiero trabajar con chicos que tengan ganas de aprender, con los padres, que nos buscan, que entiendan que llegan a nosotros porque creen en nuestro trabajo y que podemos llevar a los chicos a donde sean capaces de llegar”, reflexionó el entrerriano de 53 años y añadió: “Tengo experiencia para ayudar a los chicos, junto a la escudería de Pablo Benítez, de una gran trayectoria”.

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El 2026 marca una senda de proyectos sobre pistas, luego de varios años en el rally. Así es que ambas estructuras cerrarán filas para afrontar las temporadas de Fórmula FX PRO (F4), FX-3, F-4 de República Checa, a lo que se sumarán dos categorías más: USF y Regional en los Estados Unidos.

Claro que todo aquello que involucre el acompañamiento, la docencia y el aprendizaje de los jóvenes también tendrá a Falivene y Benítez al pie del cañón. Por caso, el recientemente coronado campeón de la Fórmula 3 Metropolitana, Thiago Falivene forma parte de un proyecto de sostener y perfeccionar el talento innato del chico de 17 años. La posibilidad europea está latente a partir del trabajo de esta dupla argentina, que está en búsqueda del respaldo económico. El esfuerzo está, pero no depende sólo de ellos.

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Dos puntos geográficos

Los primeros trazos del dibujo que se inspira en la vida de Gabriel Falivene tomaron forma en Gualeguaychú. La ciudad entrerriana cobijó las inquietudes de un chico que se fue empapando de automovilismo en cada carrera de la Fórmula Entrerriana a la que acompañaba a su padre.

La escuela técnica de su ciudad natal lo formó como Maestro Mayor de Obra. “Ser lo que soy se lo debo a mi escuela técnica de Gualeguaychú”, subrayó con memoria filosa y certera.

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La ciudad bonaerense de Nueve de Julio, quizás aparezca como un segundo mojón en el camino de Gabriel. “Guillermo Yoyo Maldonado también me marcó, porque me abrió la puerta del equipo VW de TC 2000 cuando recién me había recibido de Maestro Mayor de Obra”, relató. Arrancó, como todos los aprendices, lavando piezas en el taller, pero su crecimiento en diez años de trabajo lo llevaron a ser ingeniero de pista del equipo VW.

Aquel paso por el equipo del Yoyo lo posicionaron en la avenida de la competición para poner primera en una aventura por el mundo. Allá por 1992 decidió ponerle alas a ese mandamiento que nacía desde la misma pasión.

Primero fue Brasil y desde allí pegó el salto al otro lado del Atlántico. El entrerriano de la esperanza llegaba a “las  Europas”, como le decía su padre. “En 2013 se me dio la oportunidad en la ART Grand Prix para el desarrollo de kartings, en donde acompañé a pilotos de la Academia, que era de Nicolás Todt, hijo de Jean Todt (NR: recordado jefe de equipo del equipo Ferrari de F-1)”.

Así fue que la vida quiso que Falivene trabajara con un tal Charles Leclerc, hoy piloto de la escudería de Maranello en la Máxima. “Leclerc estaba en el Fortek inglés junto a un croata, Martin kodric y el brasileño Thiago Vivacqua. Con ellos trabajé todo 2014 y parte de 2015”, recordó.

Con letras de resiliencia

La historia siguió. La salida de la ART Grand Prix hizo que debiera volver a foja cero, pero lejos de rendirse, Gabriel buscó nuevos desafíos. Dejó pasar una propuesta para el desarrollo de chasis de NASCAR, que incluía radicarse en Puerto Rico, hasta que tocó a su puerta la chance de Portugal, en 2018. Fueron dos años en el país luso, y de allí llegó a Italia, en donde el destino le tenía reservada una nueva prueba de resistencia y resiliencia.

Un empresario de República Checa tenía un hijo que estaba haciendo las primeras armas en el automovilismo. Y un buen día me ofreció ser administrador del equipo de F4 y Renault que había comprado en Italia. Fue en el peor año de la humanidad, el 2020 de la pandemia”, rememoró Falivene y añadió: “Lo cierto es que Italia cerró las fronteras cuando estaba terminando con los contratos y a punto de regresar a Portugal, en donde estaban mi señora y mi hijo. Lo cierto es que durante cuatro meses dormí en un sofá de la sede del equipo, mientras que mi familia estaba en Portugal y mis otros hijos en la Argentina”.

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La vuelta la actividad determinó que había que empezar otra vez, como si la vida se hubiera reseteado. “Aquel equipo que se iba a formar nunca se formó y pagué las consecuencias: sin trabajo, sin documentos. Fueron dos años muy difíciles, hasta que en 2021 pude hacer nacer a Fenix Red Race, que creció poco a poco, aunque nada fue fácil”, apuntó, mientras dejaba escapar una mezcla de satisfacción y fatiga.

Mestrino, la comuna de Padua, representa la trinchera de este entrerriano que no deja de sentir a la Argentina a pesar de la lejanía y del tiempo fuera de La Patria. Aquí  lo esperan siempre sus padres, sus hermanos, tanto como sus hijos mayores (Matías y Leonel), en Portugal, un poco más cerca, Mylena, una hija del corazón, sus nietos (Dylan y Lucas). Gabriel añora estar cerca de todos, tanto como está en su hogar italiano con su hijo menor, Danilo y su mujer, Janna.

Y desde su Fenix Red Race presta servicios a diferentes equipos de automovilismo, de ingeniería, de mecánicos,  Si bien lo que se viene tendrá más que ver con los monopostos y con la pista, hasta ahora el trabajo se había centrado durante 2023, 24 y 25 en rally, en campeonatos europeos, Italiano y hasta en el WRC, como lo fue con Skoda en Portugal y luego en Italia, aunque no fue exclusividad.

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Paralelamente surgió otra arista, que en definitiva representa el futuro inmediato. “Casi sin querer me fui metiendo en esto de acompañar a los chicos”, destacó. Y reflexionó: “Siendo ingeniero en algún punto uno se convierte en psicólogo. Porque son chicos y hay que protegerlos de lo carnívoro del automovilismo. Apuntamos a que tengan una cabeza bien cuidada, que sepan disfrutar de una victoria junto a su entorno y diferenciar a quiénes se aproximan, pero también a asimilar cuando aparecen las derrotas”. Y sobre la unión con la Scudería Buell, explicó: “Intentamos siempre buscar el mejor soporte técnico en alguna estructura que sientan como nosotros y hemos encontrado eso en Pablo Benítez, porque ambos pensamos en que ganar carreras es más importante que ganar dinero”.

La vida le mostró diferentes sendas, pero él nunca dejó de lado la pasión por el automovilismo, como tampoco a sus afectos. La resiliencia es su arma perfecta ante cada adversidad que se presenta, porque con memoria siempre mira hacia adelante. “Un día dije: ‘Me voy a vivir de mi pasión’ y nunca paré un minuto. Porque si uno quiere algo, puede llegar; los límites los colocamos nosotros mismos, pero no hay obstáculos suficientes cuando uno sabe qué quiere”, dijo como resumen de su historias de vida. “Soy un afortunado porque vivo de mi pasión, es un regalo enorme de Dios”, definió. Imposible no creerle. De puño y letra; Gabriel Falivene.

Osvaldo ALVAREZ
Por Osvaldo ÁLVAREZ
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