Opinión

Fue disciplinado en vez de díscolo: Norris no emuló a “Lole”

En el baúl del deporte suelen convivir sensaciones de todo tipo, como también vivencias, anécdotas y polémicas. Este último rubro en el automovilismo sacude a más de uno cuando irrumpen las famosas estrategias de equipo, porque traen recuerdos. Desde los boxes deciden qué sucede en pista, siempre y cuando los fierros y el piloto lo permitan, claro.

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El pasado fin de semana en el Gran Premio de Hungría de Fórmula 1 sucedió una vez más, en donde se volvió a poner en juego la decisión de un hombre que maneja un bólido a 300 kilómetros por hora, con su trasero a centímetros del asfalto. Lando Norris debió elegir en achicar la brecha con Verstappen o ser obediente a las posturas del equipo McLaren. El británico, que ganaba con solidez, debió levantar para dejar pasar a su compañero, Oscar Piastri, quien alcanzó su primer festejo en la cúspide del podio en la Fórmula 1.

Norris debió soportar la presión del equipo, que por radio fue socavando sus emociones y terminó cediendo luego de que desafiara desde el cockpit del McLaren como cuando respondió: “Que Piastri me alcance”.

Fue como un revival de aquel 1981, aunque con un resultado distinto. Las coordenadas: 29 de marzo. Gran Premio de Brasil. Río de Janeiro. Jacarepagúa. Fórmula 1. Equipo Wiliams. ¿Sacó cuál es la historia? Sí, ésa, claro. Carlos Reutemann, el protagonista.

Lole ganaba, como Norris, pero bajo la lluvia. Su compañero de equipo, Alan Jones, venía segundo, como Piastri. La primera diferencia: apareció el recordado cartel “Jones-Reut” que hizo las veces de la comunicación por radio de los ingenieros de McLaren para con Norris.

Sin embargo, hubo otra gran diferencia, más allá de la tecnológica. El santafesino no bajó el pie del acelerador, se la bancó y recibió la bandera de cuadros primero que todos.

Y luego recibió la factura. Alan Jones disparó: “Carlos pasó a ser un enemigo”. De allí en más, Frank Williams marcó claras diferencias entre un auto y el otro.

El díscolo debía pagarla, había desafiado a la patronal. Y vaya si se la hicieron pagar. Lo dejaron solo en el podio de Brasil (solamente subió Ricardo Patrese), pero en el Gran Premio de Las Vegas, Reutemann sintió el destrato y el despecho de los caciques del equipo inglés.

Era la gran chance de ser campeón, pero la escudería no lo acompañó y perdió el título de la F1 a manos de Nelson Piquet (Brabham). El golpe en el alma que sufrió el “Lole” encontró su contraste esa tarde en el Estado de Nevada. Es que Alan Jones ganó la carrera y Williams festejó la victoria del australiano, como Piastri. Norris quizás haya leído la historia, tal vez se la contaron, vaya a saber…

Lo cierto es que decidió de otro modo, más “disciplinado”, todo eso que Carlos Reutemann no fue en su carrera, pero que defendió con hidalguía.

Osvaldo Álvarez – Periodista especialista en deportes y docente universitario

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