El “Flaco” del Óvalo: a 25 años del último triunfo de Traverso con Ford
Muchos todavía no caemos, aún parece que lo vamos a cruzar en un autódromo para conocer o volver a escuchar sus mil y una anécdotas cosechadas en años de carrera en el automovilismo.
El “Flaco” Juan María Traverso se fue hace nada, no se llegó a los tres meses de esta enorme ausencia que dibujó un hueco muy grande en el mundo del deporte motor. Quizás esa nostalgia mezclada con cierta negación a entender la realidad, hace que los recuerdos emerjan desde un cofre atestado de imágenes, sensaciones, situaciones…
En estas horas se ha cumplido un cuarto de siglo del último triunfo del ídolo con Ford. Fue allá en 1999, al pie de la Sierra La Barrosa en el autódromo Juan Manuel Fangio de Balcarce (hoy en desuso luego del accidente fatal de Guido Falaschi en 2011) con el Falcon violeta, que atendía el equipo de Cristian Ávila y motorizaba el recordado Jorge Pedersoli.
Aquella carrera representó la 10ª fecha de la temporada, con el “Flaco” al frente en el campeonato, pero con el “Gurí” Martínez dispuesto a presentar batalla hasta que los números lo permitieran. Ese fin de semana, el Ford motorizado por Pedersoli no dejó nada para el resto, porque Traverso marcó la pole, voló en la primera serie y se quedó con la final.
Marcos Di Palma lo buscó por todos lados como para escribir un nuevo capítulo de esa rivalidad que le ponía pimienta a cada aparición del TC. Viejo zorro de las pistas, Traverso despreció el roce con el arrecifeño porque el campeonato era lo más importante. Sin embargo, Marcos se pasó de rosca, un trompo lo retrasó y Juan María pasó con prolijidad a la punta y de allí directo a lo más alto del podio. Nadie sospechaba que se trataba de la última vez con el Falcon.
El año anterior había sorprendido con el pase a Ford y dejó heridos a los hinchas de Chevrolet que venían festejando con el 1 en el Chivo del correo privado. En esa primera temporada no pudo defender el 1, pero en 1999 se llevó otro título, con dos carreras ganadas. Y a la vez pegó el portazo de la categoría, a partir de diferencias con la dirigencia de la ACTC.
El “Flaco” trascendió las marcas. Es que su nombre siempre representó un eslabón entre la pasión y los hinchas. Ganó con todo lo que corrió, con seis cilindros o con cuatro, pero su talento significó una gema preciada para disfrutar.
Polémico, visceral, transparente y siempre rápido, Juan no quedó estampado en una marca. En realidad, la magia que derrochó a la hora de manejar y declarar lo hizo una referencia ineludible para el automovilismo.
Pese a ello, con Ford, el de Ramallo creó una simbiosis particular. El vínculo arrancó el 27 de mayo de 1973, en la Vuelta de Salto, y se prolongó durante varias temporadas. Luego llegó la hora de partir de marca, pero se reencontraron para seguir ganando. Y ese último mojón se dio el 25 de julio de 1999, en Balcarce. En la rica sumatoria aparecen números arrasadores: sumó 31 victorias en el TC, se llevó tres campeonatos con el Ovalo: 1977, 1978 y 1999 (hubo otros tres con el Chivo, 1995, 1996 y 1997).
Y como para armar el combo entero, permítame, le agregamos: una docena de victorias con Chevrolet y tres con Torino. Números que ratifican que se trató de un piloto que dejó marca, que no tuvo marcas, porque las tuvo todas.