Historias mínimas

Carlos “Charly” Martínez: 25 años entre fierros y pasión

Mecánico de larga trayectoria, mano de obra especializada y alma del taller: la historia de Carlos Miguel Martínez dentro y fuera del automovilismo.

Hay historias que se escriben en silencio, con manos marcadas por el trabajo, madrugones eternos y viajes que empiezan antes del amanecer. La de Carlos “Charly” Martínez es una de ellas. 25 años dedicados a los fierros, al taller y a las carreras. Hoy conocemos su historia dentro y fuera de las pistas.

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Nació el 27 de febrero de 1978 en Santa Fe Capital, hijo de Antoniano y María Dolores. Nunca imaginó que su destino estaría ligado al automovilismo. Pero en el 2000, por un amigo en común, entró al taller en el que actualmente trabaja, el de Juan Manuel Centurión, sin saber nada de autos. Solo sabía que le gustaban. Y a veces, las grandes pasiones empiezan así, sin querer, pero para siempre.

Fue el destino, el pasar de los años y un enorme camino recorrido. “Charly” es mucho más que un mecánico, es una pieza fundamental de Scuderia Ramini, (equipo de tanta trayectoria dentro de la Fórmula 3 Metropolitana). Una persona querida en los boxes, un trabajador incansable que aprendió el oficio con humildad, respeto y constancia.

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Además de trabajar con autos de carrera, Martínez trabaja de lunes a viernes manejando una retropala en la Municipalidad, desde las siete de la mañana. Al salir, va directo al taller. Allí lo esperan los autos, las herramientas y también ese amor que no se extingue por más cansancio que haya.

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“Charly” junto a su hijo Santiago, quien lo acompaña a las carreras.

Su vínculo con el mítico Marcelo Ramini, propietario de Scuderia Ramini, nació en el 2009. Con el tiempo, entre carreras, frustraciones, podios y noches sin dormir, construyeron una relación de amistad, confianza y la verdad sin filtros, que solo se permiten quienes se quieren bien. Porque en el automovilismo se discute, se sufre, se celebra, se gana, se pierde pero sobre todo, se comparte.

Hoy vive en City Bell, a un paso del Mouras: “Estoy en el patio de mi casa”, dice entre risas. Su mayor orgullo no está en un auto, sino en su familia: su esposa Victoria y su hijo Santiago, quien lo acompaña cada vez que puede. Ellos son pilares fundamentales en su vida, lo acompañan y apoyan incondicionalmente, porque detrás de cada mecánico hay muchas horas lejos de casa y domingos que no se descansan.

“Charly” eligió y disfruta vivir sin redes sociales. Prefiere la tranquilidad, el sonido del taller, el saludo de los boxes y la amistad que se arma con el tiempo. Por otra parte, todos lo conocen como “Charly”. El apodo que lo acompaña desde chico, el nombre que corre por los boxes, el que pronuncian pilotos, técnicos y compañeros. Y él siempre está.

Porque “Charly” es eso, un corazón noble, apasionado del automovilismo. Él está presente antes de que un motor se encienda, antes de que un auto salga a pista y cuando el piloto se sube al auto. Un hombre que realiza su profesión en silencio, pero cuyo esfuerzo hace ruido en cada vuelta.

Morena PEREZ NIETO
Por Morena PÉREZ NIETO
Fotos Ricardo PÉREZ
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